martes, 17 de enero de 2012

Tu no se, pero yo me salvo

Tras un largo día de trabajo, vuelvo a mi gallinero en busca del relax, pero antes de dejarme caer en los brazos de Morfeo, no puedo dejar de realizar un breve análisis de alguna noticia, tema al que dedicaré la noche de los martes.
Durante varios días, desde que el Costa Concordia abriese su casco con las rocas italianas, no han parado de informar sobre el suceso y la gallardía que ha demostrado el capitán del barco. Hoy mismo se han desvelado las conversaciones que mantuvo con la guardia costera y parecen de un mal chiste de humor gráfico. La desnaturalización a la que estamos tremendamente expuestos nos hace cada vez más individuales, únicos y egoístas. El romanticismo del suicida por amor ya sólo se encuentra en las obras de Goethe; en estos ciber-tiempos que corren es complicado encontrar almas románticas que den su vida por los demás, parece que nuestra sed de heroísmo y romanticismo queda cubierta con pequeñas dosis de cine pirata, alguna novela y, por supuesto, muchas horas i-phone, i-pod, i-pad, i-ped, i-pid, i-pud y vaya a saber qué cosas más. 
Aparatos wiffi, redes sociales de las que no niego que participo en abundancia, foros... nos provocan pensar de manera unitaria por sistema: yo soy el único protagonista. De modo que no resulta llamativo que cuando el Costa Concordia se fue a pique, Francesco Schettino, el capitán, se viera invadido por un terror nuevo para él, lejos de cualquier sensación virtual y decidiera saltar por la borda antes que cualquiera de sus pasajeros. El episodio romántico del capitán del Titanic encerrado en la sala de máquinas esperando lo inevitable resulta, para Francesco, una historia de cine, una historia del pasado, hoy me salvo yo y tu...pues ya veremos.
A pesar de lo despreciable de la acción de Francesco, yo me pregunto hasta que punto cualquiera de nosotros seríamos capaces de poner nuestra vida en peligro por alguien ajeno a nosotros. Y no sólo poner nuestra vida en peligro, sino algo tan simple como hacer algo por alguien, sin transacciones de por medio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario