viernes, 17 de mayo de 2013

Alpinismo y toros; peligros desiguales


Existe un sentimiento atávico, primitivo en los miedos del ser humano hacia determinados hechos.
Me he encontrado innumerables veces enzarzado en debates sobre la peligrosidad “absurda” de algunas actividades que desarrolla el ser humano sin aparente necesidad. Lo cierto es que sí que existe necesidad aunque no en todos los individuos de la misma manera. La naturaleza nos ha dotado de una serie de herramientas valiosas para poder abrirnos camino en una naturaleza agreste y peligrosa, herramientas que, por nuestra avanzada tecnología, cada vez caen más en desuso convirtiéndonos así en seres inútiles e indefensos ante nuestra propia naturaleza. Pero en realidad, aún continúan esas herramientas naturales en nuestro ADN y una demostración clara es la necesidad que algunos seres humanos aún conservan de quemar su adrenalina o epinefrina, una hormona que la naturaleza depositó en nuestro organismo para poder reaccionar ante situaciones de lucha o peligro. Esta hormona que se produce tanto en hombres como en mujeres hace que podamos reaccionar ante situaciones límite, lo que no resulta igual en hombres y mujeres es la reacción ante estas situaciones límite bañadas en epinefrina. Los hombres, o machos en general suelen presentar una actitud combativa ante una situación límite, es en esta actitud donde se encuentran valores como la valentía o superación. En cambio las mujeres y hembras en general, muestran actitudes de protección y, por tanto, de huída, que es la manera más inteligente de proteger; y aunque siempre existen excepciones, lo cierto es que en líneas generales los hombres se encuentran más dispuestos a enfrentarse a un peligro que una mujer sin más impulso que el estrictamente biológico.
Es tal vez en este punto en el que encontramos la explicación de por qué existen seres humanos, mayoritariamente hombres, que se exponen a peligros para producir estas hormonas, y no es por otra razón que por la sensación de éxtasis que deja tras de sí una vez que has presentado una actitud combativa y no de huída, la cual puede estar más relacionada con la sensación traumática del terror.
De este modo, aquí encontramos la explicación biológica a por qué, sobre todo los hombres, buscan situaciones de peligro en las que produzcan adrenalina de una forma biológica y autosuperación y valentía desde el punto de vista de los valores humanos, así pues el alpinismo, la velocidad, los toros o los trabajos de riesgo en general, suelen estar ocupados mayoritariamente por hombres.  
Al punto de partida al que quiero llegar con esta introducción es a la fijación que tiene la sociedad con determinadas prácticas peligrosas a las que dedica todo tipo de insultos y descalificaciones en detrimento de otras que, a pesar de ser más peligrosas, gozan de una buena reputación.
Pues bien, una vez explicado el por qué biológico y humano de exponerse a peligros conscientemente escogeré un ejemplo claro que ilustra la dicotomía entre la destrucción de determinadas actividades frente al engrandecimiento de otras de mayor peligro.
En España existen 2 aficiones peligrosas con muchos seguidores y practicantes, una es el alpinismo y otra correr delante de toros, a pesar de ser ambas actividades peligrosas, son los corredores de toros los que reciben las críticas más duras en cuanto a su inconsciente práctica, mientras tanto, el alpinista goza de una protección social y enaltecimiento, es más, a nadie le resulta especialmente llamativo ver a padres con hijos tomando sus primeras clases de sky o escalada, sin embargo ver a un niño acercándose a un becerro resulta todo un tema recurrente para debatir durante semanas. Pues bien, tras buscar diferentes datos que apoyen mis argumentos he dado con unos bastante esclarecedores.
Estos datos pertenecen a los datos de la Guardia Civil sobre los rescates, heridos y muertos en la montaña que aparecieron en el periódico El Mundo: 
En los tres primeros meses del  2004 las unidades de montaña de la Guardia Civil (290 efectivos) han intervenido en 122 operaciones, de las cuales 60 se han realizado con helicóptero. El resultado ha sido 171 personas rescatadas, de las cuales 82 resultaron ilesas, 68 heridas y 21 muertas.  Tan trágicas cifras son similares a las de 2003, con 700 operaciones saldadas con 888 montañeros, esquiadores o alpinistas ilesos, 412 heridos y 72 muertos. 
   Desde 1981, las unidades de montaña de la G.C. han intervenido en 8.762 operaciones, con 16.000 rescatados, entre los que se recogieron 1.307 muertos. Muchas de esas operaciones se realizaron en terrenos de alta dificultad.

Según la G.C. tres de cada cuatro accidentados carecen de una adecuada preparación y su falta de conocimiento es más que evidente.
Una vez vistas estas estadísticas sobre montaña veamos otras sobre toros que aparecieron en El país: 
Dos muertos por cornada y 12 heridos más en un encierro de Ampuero (Cantabria) que duró 25 minutos
Un hombre de 30 años muere corneado por una vaquilla en su despedida de soltero en Alhama de Granada
24 de septiembre de 2003
Fermín Echevarría, de 62 años, muere en Pamplona como consecuencia de las heridas sufridas en el encierro del 8 de julio anterior, durante los sanfermines
30 de agosto de 2003
Un hombre de 48 años fue embestido por un toro en las fiestas de La Vall d'Uixó (Castellón). Murió pocas horas después.
10 de agosto de 2003
Un hombre de 33 años muere en los festejos de bous al carrer de Pedralba (Valencia)
En este caso he seleccionado los mismos años que aparecen reflejados en los informes de la Guardia Civil en cuanto a los rescates en la montaña.
Claro está que siempre se puede afirmar que en el alpinismo participan más personas que en los toros y por ello resulta lógico que mueran más alpinistas, pero lo cierto es que el número de personas que practican el alpinismo no supera a las que participan en los miles de festejos populares que se desarrollan en toda España.
Recordemos que cada día en los encierros de Pamplona participan entre 2.500 y 4.500 personas, lógicamente no podemos multiplicar estos números por los 8 días de San Fermín, ya que muchos de esos corredores repiten cada día al igual que los alpinistas también repiten en sus ascensos. En San Sebastián de los Reyes las cifras se disparan, ya que son entre 4.000 y 6.000 participantes diarios. A esto habría que añadir todos los festejos populares celebrados en Levante (sólo tienen 2 fines de semana al año sin toros) y los festejos celebrados en las Castillas. Conocer los datos de participación con exactitud requeriría de un estudio más exhaustivo, no obstante podemos imaginar que son varios centenares de miles las personas que se ponen frente a toros en toda España que se salda, como hemos visto anteriormente en los datos facilitados por el periódico El País, con 2 o 3 muertos de media al año frente a los 72 muertos en la montaña en 2003. Desde luego una cifra que para nada resulta alarmante; y aunque no lo hemos tenido en cuenta se puede afirmar que en estos festejos con toros la mayoría de los participantes no son ni expertos ni se preparan física ni mentalmente para participar, de modo que la mayoría se puede decir que son inexpertos al igual que afirma el informe de la Guardia Civil con el caso de los muertos en la montaña.
A pesar de no conocer tampoco con la exactitud que se merece el número total de alpinistas en España, todo hace suponer que será menor que el número de inconscientes corredores de toros, y solo hay que pensar en que para correr toros el único equipo que hace falta es una ropa cómoda y dos piernas, mientras que el equipo que necesita un montañero para realizar la disciplina montañera elegida necesita de caros equipos que, por tanto, dejan ya fuera a gran parte de la población que económicamente no puede hacer frente a este gasto. Por otro lado, el hacer alpinismo está obligatoriamente ligado a tener montañas cerca, de modo que este factor también condicionará el menor número de participantes en la alta montaña mientras que la versatilidad de los festejos taurinos populares los han llevado a todos los rincones del país.
Por tanto, la conclusión resulta clara. A pesar de la mala reputación de quienes corren toros frente a los heroicos alpinistas, la realidad es que si quieres sentir la adrenalina en tu cuerpo será más seguro y económico que corras encierros a que te eches a la alta montaña parapetado de caros sistemas de seguridad que, al final, parece que no te librarán de la muerte.
Por ello, terminaré como comencé:
Existe un sentimiento atávico, primitivo en los miedos del ser humano hacia determinados hechos.

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