martes, 26 de junio de 2012

Humanos como animales

Un león acicala su melena antes de dirigirse a un grupo de hembras custodiado por otro macho, la pelea es inevitable, aunque la última palabra siempre la tendrá la leona. Pues bien, a pesar de nuestra superlativa evolución, parece que hay ciertos instintos que no conseguimos superar y nos llevan a actuar como verdaderos animales. A pesar de que este discurso pueda parecer obvio, lo cierto es que nos es tan familiar que ni siquiera lo pensamos: lo damos por hecho.
Resulta que, a pesar de que intentamos controlar nuestros instintos, la genética del ser humano todavía no está del todo evolucionada y en el ámbito sexual queda patente. No es difícil encontrarse actuando como un animal en este terreno, de hecho me atrevo a afirmar que en el ADN del hombre se encuentra escrita la conquista al igual que la mayoría de los mamíferos del planeta que se pavonean ante sus hembras para conseguirlas, pero sólo podrán consumar cuando ésta entre en celo, es decir, esté receptiva. Claro está que nuestra evolución ha superado los ciclos reproductivos denominados celo, pero es indiscutible que aún hoy sigue teniendo la mujer la última palabra, puede sonar a tópico o a exageración, pero si lo pensamos fríamente esto sigue siendo así; la mujer decide. En realidad no existe nada malo en esto, al fin y al cabo no hacemos más que seguir a nuestros instintos, pero no sólo ocurre en este aspecto, el reino animal se encuentra lleno de ejemplos de características físicas que hacen, normalmente, a los machos más atractivos a ojos de las hembras (melenas, manchas, cornamentas, colmillos...) y las hembras se sienten atraídas por aquellos que genéticamente sean mejores. De hecho, un estudio sobre pájaros demostró que existían en una determinada raza unos pájaros macho con un plumaje marrón oscuro, sin embargo, otros pájaros macho no habían desarrollado convenientemente el plumaje oscuro siendo así rechazados por las hembras. Para comprobar si esto influía negativamente en la reproducción se escogieron varios de estos pájaros despigmentados y se les pintaron las plumas; una solución que resultó ser un éxito, ya que las hembras volvieron a ver atractivos a los machos que antes no lo eran. Esta pintura en las plumas no dejan de ser todos los arreglos que nos hacemos para resultar más atractivos genéticamente a las hembras y no ser rechazados (gomina, desodorante, colonias...). 
Por tanto, podemos afirmar que en las relaciones entre seres humanos existe una primera fase muy fuerte basada exclusivamente en el físico, luego nuestra evolución se encarga de decorar los instintos con sentimientos; eso sí que es evolución, pero antes de la evolución sólo somos animales.

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