jueves, 14 de junio de 2012

Creer en Dios o en la maldita Iglesia

Tengo la necesidad imperiosa de conocer ya el día exacto en el que Dios montó nuestro mundo en 7 días, ¿hace cuántos años que ocurrió? ya estoy cansado de los cuentos chinos de dinosaurios, pero claro, sólo me falta por saber esta pequeña fecha para poder desterrar para siempre a Darwin.
Resulta tremendamente atractivo pararse a pensar que tribus aisladas en lugares diferentes del planeta con razas diferentes y colores diversos terminan por tener una cosa común a todos ellos: los dioses.
Pero no sólo en tribus ocurre esto, sino que nuestra historia cuenta con culturas que basaron toda su existencia en dioses; y hoy es el día que nuestra modernidad progre nos está haciendo enterrar forzosamente nuestra necesidad humana de creer en dioses, claro está que esta actitud destructiva de la sociedad con Dios no es más que el efecto boomerang provocado, en nuestro caso, por la Iglesia. 
El sometimiento de la sociedad que ha ejercido la Iglesia sobre la sociedad bajo el paraguas del miedo y del castigo, han llevado a ésta a cometer atrocidades en nombre de Dios: guerras, abusos, enriquecimiento... nada que no sepamos ya. Pero mi reflexión no intenta explicar cosas que todos sabemos sobradamente, sino que intenta reflexionar sobre la realidad que existe en que el ser humano siente la necesidad de creer en un ser superior, un hecho que, gracias a nuestra desdibujada sociedad cada vez es más variopinto, es decir, hoy existen dioses desde inmateriales hasta los más tangibles y absurdos que puedas imaginar, pero este comportamiento excéntrico actual en el que una persona puede llegar a venerar a un limón o a un cantante o deportista como su dios, no hace más que corroborar la idea de la necesidad que el ser humano sigue teniendo de creer en un dios por muy evolucionado que sea el humano. Sin embargo, esta necesidad básica del humano para no sentirse perdido en un mundo que en realidad no entiende, ha sido explotada y utilizada por la Iglesia para llevarse a su bolsillo todo el poder posible. Un error que no tiene solución; en el momento en el que entra una institución que intenta regular necesidades instintivas del ser humano las hunde sin piedad y sin escrúpulos, sería parecido a que un partido político comenzase a gestionar a un equipo de fútbol, aunque esto, en realidad ya pasa con los resultados que todos conocemos.
A veces la libertad del ser humano se acepta mejor cuando las necesidades instintivas básicas quedan al margen de toda  regla y normativa, claro está que la inmensa mayoría de los seres humanos no se encuentran preparados para ser realmente libres y, por eso, necesitan saber que tienen un jefe por encima de ellos, en ese aso sólo deberán pensar en qué creer: en Dios o en la maldita Iglesia.

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