miércoles, 29 de febrero de 2012

El huerto urbano; un escaparate tentador

Desde hace algún tiempo, desde la aparición de la crisis, se ha ido poniendo de moda una tendencia urbano-agrícola que no deja de ser un grito desesperado a la libertad del ámbito rural. Las tomateras en tiestos o los nuevos huertos urbanos que venden en el Leroy resultan tan llamativos y desoladores como ver un roble centenario en una maceta grande dentro de un invernadero. Pero no os equivoquéis, este artículo no es un canto a la libertad de las plantas, mi grado de enloquecimiento no ha llegado a estadios tan elevados; sino que es la respuesta a esa moda entre moderna y vintage que llama pueblerino al que siembra en sus huertos de pueblo pero que si el escenario cambia por un cajón de madera en la terraza del número 12 de un bloque de pisos, entonces, la actividad es de lo más snob. 
Es cierto que no todo el mundo puede mudarse a un pueblo o ¿si?; desde hace algún tiempo por lo que cuesta un metro cuadrado en una ciudad puedes adquirir todo un solar en un pueblo cercano a una urbe, pero lo que ocurre en realidad es que eso del huerto está muy bien para un rato, para tenerlo en el balcón y decir que lo tienes; es de lo más progre. Igual ocurre con las gallinas, cada vez más de moda en las urbes, y es que lo partes con tus colegas si les comentas que en casa tienes un par de gallinas que te dan huevos a través de una jaula tan minúscula como la tu piso y te abonan tu cajón de lechugas de la terraza, claro que unas gallinas hacen caca y eso no nos gusta tanto, porque en realidad lo que nos gusta del huerto urbano y de las gallinas urbanas no es otra cosa que la estética que proyecta sobre nosotros a la sociedad, ya que si quisiéramos de verdad ser auténticos nos trasladaríamos a un pueblo y nos dejaríamos de escaparates fashion que sólo intentan otorgar identidad a otra tribu urbana de pseudo ecologistas.
Creo que si traslado mi hogar a una ciudad pediré una plaza de garaje grande para que me quepa el tractor, eso sí que tiene que hacer alucinar a quien me vea ir al super a comprar un par de tomates. 

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